Comenzamos el día en el patio con el juego “pelotas en la canasta”, donde los niños debían correr, recoger una pelota y depositarla dentro de un aro o una caja. Esta actividad fomentó la precisión, la velocidad de reacción y el trabajo en equipo. Luego jugamos a rodar el aro, una dinámica que generó mucha emoción al intentar mantenerlo en movimiento por más tiempo. En el salón de psicomotricidad desarrollamos una sesión de imaginación guiada, en la que los niños exploraban libremente movimientos como si fueran animales del bosque. Usé nuevamente el títere, que les contó una historia y los invitó a representar con su cuerpo los personajes del cuento.
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